El hombre que fue Chesterton

G. K. Chesterton

G. K. Chesterton

Chesterton vivió en el ámbito familiar una infancia alegre y llena de imaginación, fantasía y maravillas gracias a los cuentos de hadas que le representaba su padre Edward en el teatro de juguete que tenía en casa. Cuando estudiaba en St. Paul’s School era un adolescente reservado, miope, torpe en la actividad física, amigo de sus amigos. Como estudiante no destacaba especialmente, pero de camino hacia la escuela recitaba de memoria fragmentos de obras clásicas de la literatura inglesa que había leído en la biblioteca de su padre. En el periodo universitario en la Slade School of Fine Art ya era un joven alto y esbelto que tenía dudas a la hora de escoger entre sus aptitudes literarias y artísticas. Dedicado a la literatura y al periodismo, y acostumbrado al estilo de vida alrededor de Fleet Street entre tabernas, conversaciones, pubs, redacciones de diarios, discusiones y restaurantes, se convirtió en una figura popular y entrañable, en parte también por sus despistes y su apariencia física. Medía 1,93 m de altura y pesaba 134 kilos. De gran capacidad de abstracción y de trabajo, desplegaba una extraordinaria actividad en actos, conferencias y debates tanto en Inglaterra como durante sus viajes al extranjero. Con un notable sentido del humor, observación penetrante y agudeza mental, era un excelente conversador y un gran polemista. Defensor del hombre común, de la familia y de la tradición, se opuso a la visión del mundo moderno de sus contemporáneos G. B. Shaw y H. G Wells. Fue un activo reformador social, denunciando el escándalo Marconi, la venta de títulos nobiliarios y la financiación ilegal de los partidos. Con su hermano Cecil se opuso a algunas leyes, como por ejemplo la de educación, la del control de natalidad y la eugenesia. Autor de muchas anécdotas, su generosidad hizo que el director del hotel de Varsovia, en su estancia en Polonia, le pidiera de salir por la puerta de atrás porque todos los mendigos de la ciudad lo esperaban en la entrada principal. Su aportación económica hizo posible la construcción de St. Teresa’s Catholic Church, en Beaconsfield.